miércoles, 26 de junio de 2019

La Carreta de Oro de Francisco Villa en el Chiflón



A pocos kilómetros de Saltillo, rumbo a General Cepeda, se ubica el casco de una hacienda que se llama El Chiflón.

Parece ser que no fue una hacienda muy importante desde el punto de vista territorial, pero es famosa porque hay allí un cañón donde se forman cascadas. Hay también pinturas rupestres y petroglifos, lo que le da una variante de interés prehispánico. Además, en territorios que fueron de esta hacienda se han descubierto osamentas de mamuts y dinosaurios, por lo que tiene también un añadido interés prehistórico y paleontológico. 

Pero, cuenta una leyenda que en el cañón de El Chiflón hay una poza muy profunda donde se encuentra sumergida una carreta cargada de oro. Según la leyenda, fue el mismo Pancho Villa quien aventó esa carreta a la poza porque lo venían siguiendo las fuerzas federales y de tal manera escondió aquel oro.

Mucha gente, picada por la curiosidad que genera esta leyenda, ha llegado preguntando qué tan cierta es y algunas personas incluso han traído equipo de buceo para explorar las pozas (son varias) con el propósito de encontrar el tesoro legendario. Se dice que una de las pozas es muy profunda, pero esto jamás se ha comprobado.

Cuentan que hace muchos años llegó un gringo a la pequeña hacienda porque pretendía filmar una película en ese lugar.

Le explicó al dueño el tema de la película, quiénes serían los actores, cuánto le pagaría por permitirle utilizar su propiedad y cosas por el estilo. El hacendado no estaba muy convencido de las intenciones del gringo y le dijo: “A ver, vamos al grano y dígame a qué ha venido exactamente”. El gringo siguió explicando que era un director de cine y que quería hacer una película histórica sobre Pancho Villa. El hacendado no terminaba de convencerse e insistió en que él y gringo le dijera cuáles eran sus verdaderas intenciones. Como éste se dio cuenta de que aquél no le creía, entonces le dijo que su intención era la de sacar el tesoro de Pancho Villa porque sabía que era muy grande y rico, y estaba seguro de poder lograrlo porque contaba con el equipo y la tecnología sin importar a qué profundidad estuviera la carreta.

El hacendado entonces le preguntó que en caso de hallar el tesoro qué le tocaba a él. El gringo respondió que la mitad y dijo que se lo firmaba para que no hubiera duda. Sin decir mucho más, el hacendado le dijo al gringo: “Si ese tesoro está en verdad ahí, ¿para qué lo reparto? Mejor lo saco yo y me quedo con todo".









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