Porque celebramos estas fiestas:
A finales del siglo tercero, la emperatriz Elena se abocó a hallar la cruz en la que Cristo murió. Como parte de sus pesquisas mandó demoler un templo dedicado a los viejos dioses paganos de los romanos, y bajo los escombros hallaron las tres cruces. Para descifrar cuál era la que había sostenido a Jesús, llevaron a un moribundo y lo hicieron tocar cada cruz; en cuanto tocó una de éstas recuperó instantáneamente su energía vital. Por este hallazgo la mujer fue canonizada, y hasta la fecha se le venera como Santa Elena de la Cruz.
Los encargados de demoler el templo romano y develar la reliquia, la Cruz, fueron precisamente trabajadores de la construcción. De ahí que este gremio se asociara desde entonces a este día.
Así, el Día de la Santa Cruz terminaría también conmemorando a los practicantes de este milenario oficio.
Ese día se coloca una cruz en la obra —generalmente en el punto más alto y hecha con material de trabajo—, y se adorna con flores y una veladora. Después de trabajar mediodía, el patrón los convida con una buena comida y se truenan cohetes. En ocasiones incluso se lleva una banda de música y se invita a familiares de los trabajadores para que celebren con ellos su día. El fin de este rito es, además de celebrar su oficio, pedir por que la obra sea conducida a buen final.
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