Según se relata que en la Capilla de la Purísima Concepción ubicada al sur de Saltillo, se aparecía un hombre vestido como si fuera un fraile, con las mismas prendas largas que suelen utilizar, y al acercarse a verlo desaparecía.
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El espectro decían quienes habían tenido el valor o la mala fortuna de encontrarse con él, estaba ataviado con un viejo habito franciscano y en cuyo interior del alargado capuchón que debía cubrirle la cabeza, solo se podía ver una profunda oquedad, una sombra provocada por el vacío.
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La historia señala que en el siglo XVII, al sur de la villa de Santiago de Saltillo de ubica el predio conocido como San Francisco de Asís, fue comprado por don Juan Landín, un prospero comerciante de origen español radicado en Saltillo y que por el año de 1778 ya había construido en este lugar, su hacienda llamada de la Purísima Concepción, donde levantó esa capilla.
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También se cuenta que durante sus últimos en su vida de retiro don Juan Landín se encerró en su hacienda y jamás se le volvió a ver en público, pero que diariamente escuchaba misa en esa capilla auxiliado por un fraile franciscano.
La leyenda dice que ese fraile era el espectral personaje que se aparecía a la entrada de la capilla de Landin y que llevaba entre sus manos una imagen de Jesús crucificado, pero que no se le veía la cabeza como si hubiera sido decapitado.
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Se cuenta además que el fraile había sido enterrado en la parte trasera de la capilla y que andaba vagando para cumplir con la encomienda de dar la misa diaria al rico comerciante.
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