Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació en 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca. Fue una niña muy precoz, a los trece años fue llamada como dama de la esposa del virrey Mancera, lo que ayudó a su formación humanística.
A los diecisiete años domina –dice el hispanista y romanista alemán Karl Vossler– "…el difícil estilo culterano y está igualmente bien versada en todos los géneros y métricas de la literatura española".
Entra a un convento a los dieciséis años. Toma esta decisión ya que era la única opción que tenía una mujer para poder dedicarse al estudio, según ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación”.
El 24 de febrero de 1669 tomó los votos definitivos y se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz. En el convento escribió la mayor parte de su obra y alcanzó la madurez literaria, pues pudo compartir sus labores de contadora y archivista del convento con una profunda dedicación a sus estudios. Declinó dos veces el puesto de abadesa, que le fue ofrecido.
Sor Juana se dio a conocer con rapidez, y fue solicitada con frecuencia para escribir obras por encargo: décimas, sonetos, liras, rondillas, obras de teatro, etc. Sus motivos variaron siempre de lo religioso a lo profano.
En plena madurez literaria, criticó un sermón al padre jesuita Antonio de Vieyra, –con La Carta Atenagórica– sosteniendo lo relativo a los límites entre lo humano y lo divino, entre el amor de Dios y el de los hombres. Esto dio motivo a que el Obispo de Puebla, D. Manuel Fernández de Santa Cruz, con el seudónimo Sor Filotea de la Cruz, le escribiera pidiéndole que se alejara de las letras profanas y se dedicara por entero a la religión.
Sor Juana se defendió en una larga misiva autobiográfica, en la cual abogó por los derechos culturales de la mujer y afirmó su derecho a criticar y a impugnar el sermón. No obstante, obedeció, y entregó para su venta los cuatro mil volúmenes de su biblioteca, sus útiles científicos y sus instrumentos musicales, para dedicar el producto de ellos a fines piadosos.
Cuatro años más tarde durante una epidemia, atendiendo a sus hermanas enfermas de fiebre, se contagió y murió el 17 de abril de 1695 en la Ciudad de México.
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