miércoles, 18 de julio de 2018

Una anécdota de Benito Juárez en Saltillo


Durante los tres meses que duró su estancia en nuestra ciudad el presidente Benito Juárez, que fue a partir del 9 de enero de 1864, le sucedió la siguiente anécdota. 

Su hijo, Benito Juárez Maza, a la sazón un jovenzuelo de trece o catorce años, trabó amistad con otros chicos que vivían por el rumbo de San Luisito, uno de los barrios más antiguos de la ciudad.

Dichos muchachos la traían contra los del Andrajo, como le decían al Barrial, con quienes continuamente se enfrentaban a piedrazos. Benito, al lado de los de San Luisito, participaba en aquellos combates campales.

Cuentan que un día Benito no llegó a la casa que habitaba el benemérito, por lo que doña Margarita, alarmada, pidió buscar al chico. Así lo hizo el primer magistrado y, poco después, se le informó que su hijo había sido prisionero por la pandilla del Andrajo, que encabezaba Francisco Sánchez Uresti.

 —Señor presidente, se exige que se pague una navaja como rescate —notificó el comisionado. —Si esta es la ley, no queda otro remedio que cumplir con ella —respondió el prócer, al tiempo que desprendía de una cadenita una pequeña navaja.

Esta anécdota de don Benito Juárez y su familia fue publicada por Pedro Valdés García, en la Gaceta del Saltillo, órgano de difusión del archivo municipal (Num. 1 Año. Enero-Abril de 2017)

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