En México, el primero de julio celebramos el Día del Ingeniero.
El origen más antiguo que se conoce del vocablo ingeniería deriva del latín ingenium, que en español significa ingenio.
Sin embargo, la ingeniería, en su aplicación más remota, se liga a la construcción de máquinas bélicas, es decir, a la industria militar.
Al evolucionar, la aplicación de técnicas (sustentadas en el método científico) a otros fines, y por oposición a la ingeniería militar, dio origen a la ingeniería civil y, más tarde, en el contexto de la revolución industrial, a la ingeniería industrial.
La primera institución académica de ingeniería en América se fundó en México, en 1792, con el nombre de Real Seminario de Minería.
Hoy, los profesionales de la ingeniería se nutren de las ciencias, las humanidades, las artes; pueden dedicarse a una diversidad de actividades que van desde el diseño, desarrollo y ejecución de proyectos complejos, transitando por áreas del conocimiento predominantes tales como la mecánica, la eléctrica, la ingeniería civil, química e industrial; y por áreas emergentes como aquellas relacionadas con las energías renovables, la nanotecnología, la biotecnología, la ingeniería ambiental y el desarrollo sustentable, entre otras, hasta llegar a la propia divulgación del conocimiento, procurando el mejoramiento social, ambiental y el bien común.
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