Cuando Charles Lindbergh, a quien llamaban "El Águila Solitaria," visitó la Ciudad de México en un vuelo de buena voluntad sin escalas desde Washington, el 14 de diciembre de 1927, el periódico Excélsior publicó la idea de que México debería patrocinar un vuelo de de la Ciudad de México a Washington, como respuesta a ese gesto de amistad.
Se organizó una colecta para recabar fondos que permitieran financiar el proyecto y gente de todos lados, enviaban contribuciones, incluyendo inmigrantes; estudiantes, cantineros, boleros, trabajadores domésticos, vendedores, comerciantes, chóferes y todas aquellas personas con un sentido de patriotismo, que querían impulsar la noble causa, e incluso Lindbergh mandó un donativo de $2,500.00 dólares.
El avión para efectuar la histórica travesía se encargó a la empresa que había construido el histórico Spirit of St Louis de Lindbergh. Equipaba un motor Wright Wirlwind J-5C igual al que llevó el estadounidense en su vuelo transoceánico New York-Paris. Al avión le pusieron el nombre de México-Excelsior.
El 12 de junio de 1928 Emilio Carranza pasó a la historia al realizar un vuelo sin escalas entre la capital mexicana y la norteamericana, donde fue recibido con honores reservados a Jefes de Estado.
Despegó de regreso el 12 de julio de 1928, con el avión sobrecargado de combustible para intentar un nuevo viaje sin escalas, y en medio de una tormenta sufrió un accidente fatal en Mount Hally, Nueva Jersey, su cuerpo fue localizado al día siguiente.
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