Venustiano Carranza Garza nació el 29 de Diciembre de 1859 en Cuatro Ciénegas, Coahuila. Sus padres el Coronel liberal Jesús Carranza Neira y Doña María de Jesús Garza. Realizó sus estudios de bachillerato en la Ciudad de México en la Escuela Nacional Preparatoria en 1874, con la fiel idea de cursar la carrera medicina la cual se vio truncada por una enfermedad en los ojos, por lo que se dedicó de lleno a los ranchos Las Animas y El Fuste ambos pertenecientes a su familia.
Se integró a la vida política en 1887, cuando resultó electo presidente municipal de Cuatro Ciénegas; terminó renunciando a su cargo debido a su mala relación con el gobernador de la entidad José María Garza Galán.
Después su carrera política siguió en ascenso: fue diputado en la legislatura del estado, y senador suplente y senador en el Congreso de la Unión, en el cual llegó a ocupar dos veces la vicepresidencia del Senado y tuvo como compañeros de escaño a los más influyentes políticos del porfiriato, como Emilio Rabasa, Rosendo Pineda y Enrique Creel. En 1908 llegó a ser gobernador interino de Coahuila del 25 de septiembre al 21 de noviembre por ausencia del titular Miguel Cárdenas, amigo y socio suyo desde la juventud. Quiso ser gobernador electo al año siguiente, y pese a que podía aglutinar a reyistas, “científicos” y antirreeleccionistas de Coahuila, ya que contaba con el apoyo del propio Madero, por su simpatía hacia el general Reyes, fue sujeto de presiones para que renunciara a su candidatura y finalmente, fue derrotado a la mala por Jesús de Valle, quien disfrutaba de toda la fuerza de Porfirio Díaz y del grupo de los “científicos”.
En noviembre de 1910 se unió a la junta revolucionaria en San Antonio Texas; el 5 de febrero de 1911, Madero nombró a Carranza gobernador provisional de Coahuila y jefe militar del noreste; después figuró como secretario de Guerra y Marina en el gabinete provisional de Ciudad Juárez. Al negociarse la paz, criticó acremente los acuerdos firmados por Madero porque, para él, significaban continuar el porfiriato aunque sin Porfirio Díaz: “Revolución que transa, revolución que se suicida”, expresó Carranza parafraseando la frase de Saint-Just: “Quien hace revoluciones a medias, cava su propia tumba”.
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